· "Del polvo venimos..." ·

Después de ir al cementerio de Flores.

Si de ser sentimental, religioso y filosofo se trata:
Una vez más la máxima expresión de frivolidad y la muerte en persona tocó a mi puerta.
Ahora le tocaba al abuelo de mi mejor amiga.
En un año donde no hace más que pasarme por al lado llevandose a quien tenga cerca, no podía dar media vuelta y retirarse. Tenía que arrastrar a alguien más.

Si de ser frío y escéptico se trata:
No podía entender cómo entraban tantas personas a ver a quienes ya no estaban ahí.
Ni ahí ni en ningún lado.
Esta y otras muertes recientes me sorprenden de igual manera.
Tierras repletas de seres... muertos.
Tierras bañadas de flores... De estatuas que decoran la definición exacta de "Vacío".
Caminar con cuidado para no pisar ¿Qué?. Huesos. Gusanos. Hormigas. Gente que supo quedarse quieta "de por vida" y boquiabiertos.

Si de ser amiga, hermana y persona que utiliza sus mambos para hacer palabras "cosas" se trata:
Fue cruel cómo ella ponía la mano sobre un cajón cerrado con su abuelo adentro.
Ver cómo no sacaba la mano... Y sentir esa sensación... Esa certeza de que faltaba muy poco para ya no volver a ver ni siquiera a ese cajón.
Cruel saber que esa persona que antes estaba sentado en una mesa tomando algo hoy estaba tieso con un traje de madera.
Cruel saber que esa persona a la que alguna vez le viste los ojos con lágrimas hoy los tenía pegados.
Cruel saber que a esa persona a la que le encantaba la libertad, el aire, hoy estaba encerrado sin poder siquiera ¿Respirar?.
Cruel la espera de un sacerdote y a la vez cruel los minutos que no paran y te acortan tu encuentro con él.
Cruel la seremonia. Las acotaciones de "cementerio". Las palabras de aliento que están repletas de frases sacadas de alguna página de Internet.
Cruel estar al borde de un pozo esperando ser ahí el último lugar en donde vas a verlo.
Cruel la pregunta de "¿Quieren tirar un poco de tierra para despedirse?".
Cruel el momento en el que escuchás los latidos de las piedras sobre el cajón. Cruel saber que son los últimos que le vas a escuchar.
Cruel las palabras de aliento en un momento donde vos te querés poner a escuchar un poco del silencio que está escuchando él.
Cruel el ritual estúpido manejado por el cura, el que maneja el auto y los que hacen el pozo.
Cruel que en el momento en el que uno cree, el sacerdote
lo libera de sus pecados, no hace más que leer mal apenas 25 líneas.

Cruel ella que no observa lo que se opera a su al rededor por querer absorber un poco de su soledad.
Cruel yo por creer que acompaño un momento en el que no hay nada ni nadie a quien acompañar.
Cruel él por no aguantar más.
Cruel la muerte por ser tan definitiva. Cruel la vida por no ser eterna.

Los pasos sobre las piedras. Las manos sobre el cajón.
Las manos agarrando esa manija fría que arrastra un cuerpo sin vida.
Las palabras. Los silencios. Las lágrinas.
El conformismo. El optimismo más cercano. El pesimismo más próximo.
El adiós. El hasta luego.
Las imagenes. Las flores. Los olores. Los rayos de sol.
El auto. El cajón. Los recordatorios. Las anécdotas.
Los planes futuros. Los trámites.
La preocupación. El desconcierto.
La pregunta, la respuesta.
Todo en... ¿Dos horas?.

Mi: No podía no estar.
No podía perderme un momento que iba a guardar en la cabeza para siempre.
No podía no ir a abrazarte cuando tu abrazo en un momento así en mi vida lo tuve.

No sé lo que sentís.
Sólo sé lo que sentí. Lo que siento. Y en mi trabajo excesivo, solícito y congojoso de ser escéptica en ese tipo de cosas te digo que nunca pierdas esa posibilidad de creer realmente que "él no está acá, en el cajón, sino entre nosotros", como le decías a tu abuela.

Algo en lo que todavía creo es que las personas sí tienen vida eterna porque nos encargamos, los que todavía tenemos oxígeno de recordarlos.
Nunca lo mates en vos. Es la mejor forma de mantenerlo con vida.

Quererte es poco.

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