12 - 12 - 2012

¿Qué dijeron los mayas? ¿Que se venía el fin del mundo?
Ah, no. Eso es lo que interpretó gente con mi vieja, en vez de entender que los Mayas se referían a una EVOLUCION, la cual no todos los cerebros iban a poder captarla.
Ah no. Eso es lo que me hizo creer una vez una belleza con cara de furia. 
¿Qué mierda dijeron los mayas?

Y pará... ¿Quién dijo que los Mayas...? ¿Tenés algún familiar Maya... o declaró alguno por la tele?.

Ok.- Acepto a continuación retruques como: Y CON SAN MARTIN TAMPOCO HABLASTE- y otras cosas.
No lo busqué tampoco... La idea del fin del mundo la veo realmente lejana.
La idea de que todo se acabe la veo hasta inverosímil. 
Y no me refiero a una vida eterna. Le tengo terror a la muerte y pienso en ella en casi todo lugar.
Me refiero a que un día PUM, nos quedamos sin nada. Sin materia prima. Sin nada. Sin nosotros. ¿Moriríamos en masa? ¿Paulatinamente? ¿Por orden alfabético o dos últimos números del DNI?
Y no lo pregunto con soberbia. Hasta lo juraría. Son realmente preguntas.
Incógnitas que si las pregunto queda en delirio. 
Queda en monólogo gracioso y fue. Cualquier conclusión de ahí en más va a ser una pelotudes.

Y se me ocurren cosas que me carcomen el cerebro y que a otro le produce felicidad, NO SE.

Mientras tanto algo en mí, me hace recordar la fecha...
12 del 12. 
El cumple de Rafael.
Es tremendo porque jamás le hice saber mi cariño. Ni me daba cuenta de que lo tenía.
Y cada cumpleaños tengo que recordarlo... Comentarlo... Y, como las incógnitas, quedan en "ah...". 
Y es así. Uno no puede aferrarse a un recuerdo eterno, y de aferrarse que sea con felicidad. Con un ápice de alegría al menos. No tendría sentido transitar este camino sabiendo que todos los años de tu vida, por ejemplo, vas a tener un momento de tanta tristeza.

Me gusta recordar a Rafa.


REPEAT

Nos volvemos repetitivos.
Nos volvemos reiterativos, con afán de hacer saber una idea.
Idea que está clara. Idea que no es necesario volver a decir porque quedó latente en alguna parte del cerebro ajeno.

Y volvemos sobre lo mismo y contamos 34 veces la misma anécdota. Y el interlocutor que estuvo en 23 de esas estúpidas repeticiones nos escucha como la primera vez.
Hasta que hace alusión! ¡¡Y nos ofendemos!! Nos sentimos heridos.
-Y bueno, loco... Escuchala una vez más... Yo también me fumé más de una vez alguna historieta tuya- sí, más de una vez. No más de 19.
¿Se entiende la diferencia, no?.

Somos jodidos.
Somos redundantes.
Sobramos por donde quiera que se nos mire.
Si fuesemos vasos, viviríamos chorreando de tanto liquido.

-no sé si contar menos cosas sería la solución, o inventar nuevas historias.
si se trata de tener más memoria, o menos necesidad de "coincidencias".
no sé bien de qué trata la solución, o si existe alguna...