Sentir angustia...

¿A dónde fue el pasado que no volverá, a dónde fue tu risa que me hacía volar?
¿A dónde quedó la llave de nuestra ilusión, a dónde la alegría de nuestro corazón?
Y se va, como todo se va. Como el agua del río hacia el mar...
Reza Coti.

Y yo me pregunto ¿A dónde fue? ¿En dónde está? ¿A dónde quedó? ¿A dónde se metió? ¿Cómo desapareció? ¿En qué momento me dejó?
¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué fin? ¿Con quién? ¿A qué?
¿Y yo?.

Nunca antes me había llenado de tantas preguntas.
Y en el fondo la desesperación de querer saber todas las respuestas.
Y más acá la locura de saber que eso sería imposible.

Y pero... ¿A quién le pregunto? ¿Qué le pregunto? ¿Cómo?.

Hay una puerta de hierro entre mi vida y LO QUE ES. Me sale escribir...

Nunca termino de ser yo, porque nunca me siento parte.
Lo mío nunca es mío más que para la estupidez.
No tengo sentido de propiedad DE VERDAD. De cuidar, defender, proteger.
Tengo esas ganas de poseer infantiles.
Quiero porque quiero. Porque sí. Porque me corresponde.
No porque lo sienta, lo desee. Realmente lo pretenda así porque mi anhelo así lo exige.
Y tengo todo. TODO.
Crecí con un montón y muchísimo de eso no tiene definición.

Pero no... TODO no lo tengo.
Perdí la pasión... El deseo. No sé si exista, pero perdí el sentimiento.

Y me vuelve loca. Loca, tarada, estúpida, histérica, furiosa, odiosa, insoportable, bipolar, desquiciada, malhumorada, infeliz, triste, lamentable, llorosa, oscura, drogadicta, alcohólica, aletargada, anestesiada, incómoda, insatisfecha, dolorosa, hiriente, tajante, terminante, extremista, problemática, hipócrita, mala mina.

Es increíble pero esas definiciones me caben todas.
Todas y todos los días. Así soy, en eso me convertí.
Yo que llevaba la bandera de que todo eso era mierda. De que todo eso no podía ser posible en una persona con dos dedos de frente ahí estoy... Acá estoy.
Convertida en todo aquello que nunca hubiera querido ser.
¿Y por qué?.
¿A partir de qué?
¿Fue alguien? ¿Fue algo? ¿Fui yo?.
Fui yo.
Me dejé.
Me dejé pasar. Me dejé pisar. Me dejé dejar.
Acepté el abandono de aquél como propio.
Porque si aquél me dejaba, entonces yo también tenía que dejarme.
Y no sabía por dónde empezar... Qué tenía que hacer. A dónde tenía que buscar esa felicidad...
Y creo que sé. Me parece que ahora sí. Ojalá ahora sí.
Espero ahora sí saber.

Y tengo miedo, y lágrimas a ríos.
No sé, debería deshidratarme de tanto llorar. Aunque sin duda exista gente que llore más.
Sin duda alguna exista gente que está más angustiada que yo, porque eso siento, una profunda angustia, congoja, ansiedad, temor opresivo sin causa precisa. sofoco, dolor...

Espero la próxima contar algo nuevo y mejor.