* Heroes *

Eco incesante de mi malestar…

Las tardes en caballito tienen ese no sé qué… ¿Viste?
Salís al patio a fumar… En la calle y en vos…
Cuando de repente… Se aparece él…
Mezcla rara de linyera y primer polizonte en el viaje a Venus.

De camino acá pensaba… Cómo hacer letras ésta sensación.
Cómo hacerlo letras sin caer en la poesía ignorante.
Pensaba la manera de decir algo y que no pase indiferente. Que se quede al menos hasta la próxima década.
Y no. No se me ocurrió.

Me encuentro inmóvil frente a la computadora tratando de encontrar las letras necesarias… Es la mochila más pesada…
Tener ganas de que en un momento absurdo se te cruce la posibilidad de escribir algo y que esa posibilidad se encuentre allá, al lado de la zanahoria del conejo… Puta que es pesado.

El tesoro de los inocentes… Que tema que resuena en mis oídos como un bálsamo exquisito.
Transcribo la letra y pido al que lo lea… Intente expandirse.
El tesoro que no ves. La inocencia que no ves. Los milagros que van a estar de tu lado cuando comiences a leer de los labios y a ignorar los embustes y gustar con tu lengua de las aguas que son dulces , aunque te sientas mal.
Si no hay amor que no haya nada entonces, alma mía. No vas a regatear.

Vuelvo a quedarme inmóvil.
Fumándome un pucho… Apoyando mi pera contra mi mano… Me vuelvo a quedar inmóvil.
Que increíble.

Ese tipo tiene un Don. Claramente.
Es como Maradona o Messi.
No no. De verdad.
Acá no hay una cabeza de termo fanática de Maradona porque “e lo ma grande q hay”.
No
no, para nada.

Esa gente… Nace dotada.
Esa gente… Es una cosa de locos…

¿Y cómo puede ser que ese chabón te diga con una pelota de mierda tantas cosas?
Maradona habla con las piernas.
Ese muchacho tiene música en las gambas. ¿Entendés eso?
Baila. Habla. Y hasta por un instante te da la sensación de que se eleva un par de centímetros del piso.
Y el Indio te dice la verdad.
No creo en realidades universales. Pero lo que el tipo dice. Es.
Tampoco hay euforia por los redondos. No son la alegría de mi vida.
El flaco, yo no sé cómo hace pero te agarra… Te sienta… Te mira un ratito y te dice eso que a vos no te sale explicar.

Un hermoso día el de hoy. Qué bello día es hoy. Está para desatar nuestra tormenta que va a tronar por el dolor.

Juegan a "primero yo" y después a "también yo". Y a "las migas para mí". Y cierran el juego porque ya saben que el tonto nunca puede oler al diablo, vida mía. Ni si caga en su nariz.

Y hasta me permito lagrimear…

Esa mancha que está allí... Por allí... En el suelo. Allí, y en tu bella cicatriz parece sangre y sin embargo sonreís.
El tesoro que no ves. La inocencia que no ves. El placer es tan oscuro como el culo de un topo negro. Y si no hay amor que no haya nada entonces, alma mía. No vas a regatear.

Placer que es cruel. Le echas el guante sin lágrimas a tu pena allí nomás. Y el mundo allí nomás.
El sol cocina lento...
Placer que es cruel.
Vos siempre estás con una excusa a flor de labios...
Sin lágrimas... Con tus dolores allí nomás, sin vida.
Con tu sangre en el suelo...

Y desaparecieron mis ecos.
Escuché en su voz las palabras del gordo.
El gordo diciéndome todo esto mientras nos fumamos un pucho.
Sin música. Sin cantar.
Diciéndome ésa canción como la más grande realidad acerca de mi familia. De lo que yo soy con mi familia.
Tesoros que no veo, inocencias que no veo. Sin darme cuenta de que si no hay amor, entonces que no haya nada, carajo.
Esos juegos. Primero yo, después también yo y a “las migas para mi”
Esos roles constantes en cuatro paredes.
Y mi sonrisa aun viendo mi sangre.
Yo con mi excusa siempre a flor de labios.
Sin lágrimas. Con mi dolor. Sin vida. Y mi sangre en el suelo.
Placer que es cruel…
Comparando al placer con el culo de un topo negro…

Y él, como Alejandro Filio que seguramente se haga conocido en un tiempo como Lisandro Aristimuño, piensa en que si es por amarme todo lo olvida.
Seremos soledades y cuentos compartidos.

En momentos como éstos es cuando logro leerlo.
Momentos en los que mis ideas se llenan de un humo más blanco que de costumbre.
En donde lo único que se escucha en derredor es una suave música. Una tranquilidad suprema.

Cuando el cerebro repleto de ideas no me aturde, ahí consigo leerlo.

Dichosa de mí que tengo todavía ese tiempo y que puedo reafirmar cuánto lo quiero en mi vida.

Escribo mucho.
Quizás por eso nadie me lea.

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