· Día % ·

Me tocó por casualidad terminar trabajando en un lugar de éstos.
Un poco por la lengua larga de Clarita, otro poco por comentar que buscaba laburo. Fue así, que terminé ubicando a Pamela. Una amiga de hace años a la cual sólo veia y saludaba.
Vino a casa al instante de mensajearla, un Sábado, me dijo que vaya el Lunes con el CV. Fui, y me terminé yendo del supermercado aprendiendo a usar una caja registradora.
Me hablaron del franco rotativo, de mi paga, que por 6 horas eran de 1.400.
Todo cerraba. Era redondo.
No era el sueldo que buscaba pero hasta encontrar otra cosa servía.

Fue asi que empecé, y bastó de dos días para estar a la noche y 8 horas. Horas que me enteré en ese preciso instante, tenía que cumplir. Con una paga de 1.700. La cual no estaba mal. A las dos semanas ya estaba a la mañana. De 8.00 a 16.00.
Fue así que empecé a codearme con gente, igual de molesta que yo, pero del otro lado del mostrador.
Ellos enojados por lo lento que iba la cosa, yo enojada porque en vez de ponerse a cobrar las encargadas me pedian a mi, con días de estar laburando, que me apurara.
Fue así que aprendí de precios, góndolas, y cómo pegar con Cinta Scotch los fideos, total, "éstos" se lo llevan igual, según una de las encargadas. Y vieran que es así nomás...
Fue así que aprendí a subir y bajar escaleras a la velocidad de la luz, mientras en las manos llevaba baldes para limpiar, a la velocidad de la luz también. Porque "los bolivianos son tan sucios", según otra encargada.
Fue ahi que no terminé de entender nunca por qué el dueño tiene pintado en la puerta "Bolivianos de mierda" y nunca lo borró, sabiendo que la mayoría provienen de ahí. Seguramente él piensa eso y es una manera de decirlo.
Fue ahí donde vi de qué manera se divertia, él, dueño de una empresa y blanco, o quemado por una cama solar, escondiendole una mochila a una mujer mayor, obviamente Boliviana. La cual, obviamente, se fue enojada.
Fue ahí donde aprendí a reclamar lo que es mío, pero siempre en voz baja y sin hacer escándalo. Y siempre y cuando lo que reclame sean los 15 minutos que tengo que pedir, porque sino no me los dan, o el franco que se olvidan de darnos, porque vamos a pensar lo mejor, no que nos subestiman y piensan que somos tan pelotudos que no nos acordamos de la cantidad de días de corrido que trabajamos.
15 minutos que cabe destacar, me aclararon que tenia a las tres semanas de laburar.
Fue ahí que tuve que aprender a lidiar con gente intolerante, con razón muchas veces, y con encargadas las cuales se olvidan de decir "Por favor" y cuando se acuerdan cada vez que sale de su boca sentís que te están sobrando.
Fue ahi que aprendí que te pagan el mes vencido. Que por haber entrado el 14 de Febrero el 20 de Marzo sólo iba a cobrar los días de aquél mes. Y fue ahí que aprendí a cobrar del 17 al 20 en vez del 1ro al 10.
Fue ahí que aprendí a desconfiar de los billetes, de la gente, y de los encargados. Que tuve que adoptar otro par de ojos para que la caja me de bien en el arqueo final y poder, a fin de mes, cobrar los 1.700 pactados.
Fue ahí donde soporté que se comentara que "Gabriela contesta mal" cuando en realidad Gabriela no contesta mal, Gabriela contesta. Y tampoco, como le dije una vez a una encargada, les hablo de manera distinta a la que me hablan a mi.

Fue ahí que me tuve que bancar que me mensajearan a las 23.00 de un día, pidiendome que al otro vaya en el turno de la tarde.
Fue ahí que entendí que un 21 no cobraba porque "Dia% no había depositado", cuando la realidad es: ¿Dia no depositó? Pagame con lo que lucres en el día, que te alcanza tranquilamente para pagarnos a todos, y cuando Dia deposite, te quedás con la guita. Tené en cuenta que uno piensa en cobrar un 20, para pagar la luz, sino te la cortan, el gas, el teléfono o darle de comer a alguien. No es mi problema, sino tuyo.- Pero que son cosas que voy a enumerar el día que me vaya, si no es que imprimo ésto y se los hago leer.

Fue ahí donde conocí en profundidad al marido de mi amiga, que con su sentido del humor te hacía pasar más rápido la mañana. Pero que como todo lo copado, terminó dejando la tienda.
Que conocí a Claudia, la mujer que me hizo la entrevista, una de las pocas personas ahi adentro que entiende que manteniendo contento a los empleados, los mantenés.
La única que entiende que no son fichitas que entran hoy, se van mañana, y sigue así porque "así debe ser".
Fue ahí que conocí a dos encargadas, una de 20 y otra de 18 sin secundario terminado. A las cuales seguramente les costó llegar, no sé cuánto, pero les costó.
Una rubia que cada vez que puede ya que no hay otro encargado (más que la morocha, tocaya), se encierra con "el primo" en la oficina. Y te deja la llave para anular. Así la molestás menos.
Una morocha, con el mismo nombre que la anterior, con una simpatía nula, la cual no me importa mucho, puedo vivir con eso, pero que me recuerda tanto a una amiga mía... Que me da cosa creerle algo. O al menos, me da cosa que se la crea tanto.

Fue ahí donde me banqué que me revisaran cada vez que salgo la mochila. Porque andá a saber quién se llevó algo. Y que me hicieran firmar un papel donde reconocía, no se podía comer nada de la tienda en hora laboral. Porque vaya a saber uno quién se comió algo.
¡Ah! Sí. Recuerdo. La rubia de las encargadas.

Fue ahí donde entendí que lo realmente importante no se escabuye, sino los comentarios pelotudos. Que si le pido un franco a un socio, el otro no se entera. Pero que si le digo a una encargada: si querés que labure bien, dame cambio.- sale impreso en los baños del establecimiento.

Pero gracias a Dia, empecé a valorar más mis tardes. Con mis hijos, con mi marido.
Empecé a levantarme, ya desde las 7:02 pensando en que falta menos para las 16.00.
El día cada vez se me hace más largo, vaya paradoja, pero con suerte viene mucha gente y se pasa bastante rápido.

Le encontré una salida productiva al laburo. Poder escribir acerca de él. Y si lo hago, es porque puedo. No porque me la de de nada. Porque sé, porque me sale, y porque me da la cabeza para algo más que pasar productos.
Es posible que el día de mañana, cuando me vaya lo imprima y se lo regale a Claudia. La que sin duda, a la hora de tener su franquicia de día no pensó en todo ésto.
Pero, se merece algo mejor. Y para ése entonces, no voy a estar para disfrutarlo.

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