* La Familia *

Mi tía... Que mina increible.
Pero no "Increible" como elogio. Sino que realmente es de no creer.
Se levantó con nosotros, se tenía que ir a bañar y como Nacho se tenía que bañar antes para irse temprano ella se lo fumó. El se fue a bañar, y ella se puso a lavar la ropa.

Son casi las 11 y ella sigue lavando, aún sin haberse ido a bañar.
Ella transita. Sabe que a su edad las cosas no van a dar un golpe de timón.
Que la vida que llevó ayer, y la semana pasada, va a ser la misma que lleve mañana y la semana que viene.
No está esperando que le confirmen una entrevista, que en el laburo la rajen, o algo por el estilo.

Y yo me doy cuenta ahora que tarde valoré a mi familia.
A mi abuelo lo empecé a valorar cuando se murió. No quiero que me pase lo mismo con ellos.

La valoración por mi tía llegó, o está llegando, antes que por la de mi mamá. Vaya uno a saber porque.

Crecí teniendo en claro unicamente lo que tenía que tener.
Nunca se me dio mucha información, por ende crecí sin curiosidades, inquietudes. Como estaba, estaba bien.
Vivía para estudiar. Y así me fue, muy bien.
Cuando empecé la adolescencia, o más bien cuando me hubiese tocado terminarla empecé a tener esa información que antes se me había "ocultado", o que jamás había preguntado porque no suponía que existiera. O simplemente, no me interesaba.

Fue asi que empecé a conocer a familiares, y a estigmatizar a mi familia.
Como la gente que me había mentido, me había creado mi vida en papel crepe.
Es el día de hoy que las versiones que me dieron, fueron tantas, que no podría siquiera contarla dos veces sin confundirme.
En éste momento realmente, no sé como fueron las cosas, y seguramente se mueran todos sin saberlo.
Y, curiosamente, no es algo que me perturbe. Quizás porque no me detengo a pensarlo... O simplemente porque prefiero disfrutarlos como están. Tampoco están en edad de ahondar demasiado de su pasado. Al menos yo no lo estaría... Qué se yo.

Entonces me doy cuenta de lo que pasó con mi matrimonio.

Yo era de manual. Realmente. Es la definición exacta.
Cuando empiezo "a ver el sol", a entender que esa luz que salía afuera no era artificial, desde ese momento me toca hacer nuevas amistades y conocer nuevos amores.
Fue así que pasó un Cristian con un montón de cosas, que a una mina con la cabeza que yo tenía me servían, y accedí.
A esa edad, 19 años, ya grande, sólo era teoría.
Ideas estúpidas de cómo llevar una vida feliz. Del ideal de mujer que tenía ganas de ser. De la familia en una casa grande, de un cuento de princesas, bah.

Entonces por atropellada, por no tener nada de calle, me fui de casa, me casé, tuve un hijo. Y como de otra forma no podía suceder, me separé pronto.

Hoy acá sentada, escribiendo ésto, que en realidad se me ocurrió en el baño me doy cuenta de que me arrepiento de haber tenido un hijo a los 21.
No me arrepiento de Ciro. Sino de un bébe a esa edad.
Ciro, más allá de sus combinaciones genéticas, hubiese salido exactamente igual teniendo a una mamá de 21 que a una de 30.
Es decir, no hacía la diferencia mi edad. Más allá de que algunos rasgos de su personalidad se deben a su vivencia, y justamente, a su mamá joven. Pero es ahondar en temas psicológicos que no estoy facultativamente preparada para hacerlo, ni me interesan.

Y en entonces pienso. ¿Y de Zoe?. De ella no estoy arrepentida.
Mejor dicho, de ése embarazo, no estoy arrepentida.
Ella llegó en un contexto poco feliz, pero en un momento en donde mi cabeza era otra.
Sí tenía calle, sí me habian tocado vivir varias, pero a diferencia del primer embarazo, en éste último me había tocado pensar. Pensar en todas esas cosas que después se convirtieron en mochilas que hoy decidí vaciar.

No tengo ningún pesar. Ninguna asignatura. Ni siquiera conocer a mi papá.

Es por eso que lo niego, no porque sea doloros, sino porque no me interesa. No siento que tenga nada pendiente con él, ni con nadie, claro está.

Encima, de la mano de quien vino Zoe... POR FAVOR.

De Ignacio de las Carreras. Tipo al que aprendí a escribirle el apellido después de ser el papá de mi hija.
La puta madre... Qué tipo.
Hoy, acá, en frío, me doy cuenta de lo de siempre. Los desplantes que le hago están fuera de lugar. O más bien, no son racionales.
Los celos no lo son, pero los míos ni motivos tienen.
El va del laburo a mi casa, o a su casa, o a ver al papá, o al médico.
Teniendo en cuenta que va al médico una vez por semana, ver al papá dos veces por semana y a su casa cuando va al doctor.
Si saliera todas las noches, o una al menos por semana, sí podría dudar, pero ahora?.
La única manera de darme pruebas facticas de que no me es infiel, él, Ignacio, es llevandome atada al laburo. Y no es copado, ni para él, ni para mi.

Entonces digo... El, por su prontuario, o lo que sea, tiene que obedecer a mis pretenciones y/o caprichos simplemente por unos celos irracionales. Porque repito, son irracionales, pero al menos tienen fundamentos. Yo ni eso.

Y lo tengo tan claro, y me es tan difícil admitirlo "instintivamente". Quiero hacer un curso intensivo de cómo ser racional, al menos, en esos detalles. Estaría bueno...

En fin. Temas que se me ocurren y ahondo. Algo más para el futuro libro. o.O

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