· Ignacio de las Carreras ·

Momentos de reflexión sí los hay.
Momentos en los que la cabeza nos gira a una velocidad insoportable...
Pero, cuándo tenemos tiempo para pensar en el amor?
Ese amor que dejó de ser prioridad porque ahora existen otras cosas. El amor, cuando uno madura, existe en el aire pero dejamos de pensarlo porque... ya lo tenemos.
Entonces nuestras prioridades son el compañerismo, el respeto, "la puntualidad"... Y esas cosas que se van a llevar la gran parte de minutos de nuestras vidas.
Y yo hoy quiero tener ese instante...
Estoy sola, mis hijos duermen, puedo usar esta computadora hasta la hora que quiera y escuchar música lenta, mersa, poética, barata y escribir al mismo tiempo...
Están mis tíos dando vueltas, Nacho en otra compu, pero aùn así tengo ganas de escribir... Sentir... Dejar mi mente volar lo suficientemente alto como para hacer parte de mi razón al sentimiento.

Estoy en una nube, hermosa, que no me deja volar muy alto.
La racionalidad pura hecha canción. Y entonces cuando una racionalidad se vuelve poesía musicalizada esa razón termina enamorandonos.
Es la primera relación madura que tengo... Es la primera vez que formalizo con alguien y no por eso se me vuelve aburrido.
Ese miedo que se tiene cuando uno empieza una relación, yo la tengo aún hoy. Aún con él. Aùn con una hija. Sigo igual de adolescente cuando lo pienso...
Me enamoré de un cuerpo que jamàs creí, me enamoraría... Y me enamoré de un hombre que nunca hubiese imaginado, me daría bola.
Un hombre que día a día me recuerda con su voz el motivo por el que lo amo.
Un hombre con una mirada.... Que hoy sigue haciendome cosquillas en la panza.
Unas manos que me trasladan al lugar más hermoso... Que son capaces de calentarme aún en esos momentos en los que más fría estoy...
Una piel que me invita a tocarla constantemente...
Y yo, realmente, nunca valoré al lado de quien me despertaba... Es decir, nunca le di relevancia.
Es hermosa esa poesia que dice cuán feliz nos hace despertarnos al lado de la person que amamos, pero yo realmente no pienso en esa felicidad, o tampoco sentí que me diera esa felicidad.
Yo siento felicidad cuando nos abrazamos... Cuando dejamos de ser padres, hijos, hermanos, compañeros de laburo a ser pareja. A ser dos personas que se aman y sienten en un beso que quieren ese instante para el resto de sus vidas... Y esa, es mi felicidad màs linda.
Es con quien quiero mi vida, entera. De quien soportaría lo que sea. De quien no me separaría nunca.
Y éste amor se vuelve racional cuando no cae en eso de "amarlo para toda la vida", ¿Por qué? "porque es todo perfecto cuando lo veo". Sino cuando dice "Quiero amarlo para toda la vida. Lo elijo, todos los días".
Es un amor que no tiene techo de verdad.
No es una frase hermosa, hecha, es una realidad. Es un amor que todos los días avanza, retrocede, pero se mueve y con el tiempo sube más alto.
Porque hay días que me resta puntos amarlo... Pero los días que me gustan amarlo se multiplican y dan por resultado un amor aún más grande.
Y es a quien le creo todo... Desde que Murcielago en realidad es Murciegalo hasta que Shabran está vivo. Porque me fundamenta de una manera que... Excita. Atrapa. Te vende lo que quiere...
Ahí es cuando caigo rendida a sus pies... Por eso cuando nos enojamos me gusta tan poco. ¿Por qué? porque enojado no me gusta. No me rinde. No me deja verlo así de inteligente cuando lo tengo feliz.
En esos momentos es cuando mi amor pone pausa. Retrocede un casillero. Un casillero de un juego gigante que sólo juega él.
Es ahí cuando digo; estoy sola.- porque lo siento aliado con un exterior empecinado por mi "no avanzar". Un al rededor que me empuja a ser una pseudo-depresiva. Porque no me da el pine ni siquiera para deprimirme como la gente.
Entonces es ahí cuando me doy cuenta lo feliz que soy realmente. Pero de verdad. No porque "me toca estar feliz", o "porque ya era hora". No, loco. Soy feliz, en serio.
Puedo sentirme orgullosa de caminar con él al lado mío. Orgullo de abrazarlo, besarlo en un lugar público. Un orgullo cuando lo tengo al lado en un evento.
Un amor inalcanzable, por cualquier otro Ser, que me guía hacia el Nirvana.
Un tipo del que no quisiera despegarme jamás.
Un tipo que sí, aunque a veces me hace dudar, también me hace notar que en realidad, la duda la tuve porque quería. Un tipo al que le siento el amor.
Loco... Le veo el amor en los ojos. De verdad. Lo veo enamorado, feliz y espectante. Y todo por mi. Ese hombre, sé, jamás me sería infiel.

(Suspiro).

Pienso en mi próxima línea y siento que no puedo explicarla.
No puedo hacerla letras porque es tan profunda... Tan mía. Tan única. Incapaz de ser definida por otra persona, imposible de que se me ocurra definición.
Eso es Ignacio para mi.
Mi respiración. La conexión de mis pulmones, con el cerebro y toda esa cosa física que no entiendo. Pero que sé, existe, y es él. Y la tengo yo. Porque me la provoca cuando lo veo.
Es ese suspiro, esa aceleración. Esa sensación de sentir al corazón en la garganta. Ese corazón que se siente aún tocandote las cuerdas vocales.
Es esa respiración que se entrecorta. Que sale de a tres cuando se tiene congoja.
Eso es él. Es mi constante sentir.
Desde que lo conozco es ese miedo perpetuo a perderlo, por ser demasiado perfecto.
Fueron esas ganas de no perderlo jamàs. De ponerme todo el tiempo en la actitud de minita que se despedia del amigo. Era pánico.
No me imaginaba ni jodiendo mi vida, mi presente sin èl.
Hoy, ni por casualidad... Ni jugando me imagino una vida sin él.
Soy capaz de imaginarme un matrimonio Swinguer, una pareja de tres, una pareja super liberal, pero nunca una vida con otro, otra, y sin él.

Me regala todos los días motivos para re-aceptarlo. Re-insertarlo en la vida. En mi vida.
Me regala todos los días alguna cosa linda. Todos los días... Todos.
Un chiste, una charla, un beso, una cosquilla, una imitación, una anecdota, una risa contagiada. Todos los días algo me deja.

Me regala amor eterno... Me regala ganas de creer a mis 26 años que no necesito de imposibles, canciones tristes, amores rotos para dejarme sentir.

No sé hacer nada sin él, recién ahora quiero desprenderme un poco. Usar otra PC, no programar mi día con él. Porque ése amor racional sólo existe en mi espontaeidad como ahora y no en la programación diaria de nuestra pareja.
Y se lo debo a mi flor. A su flor. A nuestra flor.
Ella salvó nuestro amor como algún día lo salvó Zoe dando positivo en un Evatest, Ciro preguntandome si estaba embarazada. Esa flor que apareció, y me hizo dejar atrás el otro escrito, el último, y me permitió verlo lindo.
Contandome de minas y yo en vez de sacar cuentas, hacer memoria, simplemente escucharlo y reirme de la anecdota. Asombrandome. Compartiendo su tiempo, nuestro tiempo y nuestras vidas.

Lo amo. Lo amo como sólo él me hace amar.
No hay persona... Cosa... Animal.... Flor que me genere este amor.
Amor mío, amor suyo y de nadie màs.
Envidia, recelo, pensamiento de algunos y amor, amor y amor para nosotros.

Lo amo todo el tiempo. Todo mi tiempo.
Le regalo mi vida. Me arrodillo ante él. Me someto. Me dejo. Me entrego.
Confío en él, más que en mi misma. Es por quien, con quien, para quien, entrego mi vida.

Ignacio... Es el nombre de mi existencia.

Menos mal que todavía puedo darme éstos lujos... Ojalá sea para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario