Algo.

Y cuando me di cuenta... Estaba tirada sobre la punta de la mesa, y del otro lado mi vieja.

Resulta que yo estaba mambeada... Encima con un dolor de muela insoportable. Cualquier cuestión distractiva me iba a venir de pelos.
Y me entré a hacer la cabeza con ésta situación:
Me iba parando.... Como en cámara lenta... Y después de la décima oración inútil de mi vieja salto sobre ella gritandole: CALLATE. CALLATE. ¿NO TE DAS CUENTA QUE A NADIE LE INTERESA ESO QUE DECIS?. VOS... VOS Y TODOS ESTOS... HIJOS DE PUTA.- mientras giraba señalandolos a todos, uno por uno.
¿Qué todos?. A mi vieja, mi tía, y si mi tío andaba cerca también... Pobre mi tío... Yo lo quiero... En fin...
Todo eso era porque ya me había cansado de mi mamá. Mi mamá, persona que sólo se queja. Siempre es una cacrificada... Siempre hace más que todos.
Siempre se hace la sensible... La mujer sentida, cuando en realidad los sentidos y los sentimientos le importaron un carajo.
Mi mamá... Una mujer que sé... La pasó... La sufrió un montón... Pero también prefirió fritar su cerebro en vez de usarlo.
Mi mamá... Sólo me enseña a ser hincha pelotas. Sólo me da quejas.
Si no fuese por los billetes seria incapaz de demostrarme amor.

En el instante, en el que en mi mambo eso lo estaba haciendo de a deveritas, sentía que era capaz de decirles hijos de puta.
Que podía justificar detalladamente el porqué de ese motivo para cada uno. Y que no había sangre que sencibilice la situación. Yo era capaz de decirles hijos de puta.

Y volví en mi... Y me fui con mi hija... Con mi gordo... Y con mi pendejo. A ser felices.

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